A más de dos años
desde el primer episodio de la crisis financiera que convulsionó
las mayores fuentes del crédito en los mercados financieros,
como en una película a toda velocidad, hemos visto quiebras,
nacionalizaciones, fondos gubernamentales para rescates impensables
incluso en tiempos de guerra. Simultáneamente, la actividad
económica descendió como cayendo repentinamente en
abismos, apareciendo cifras de contracción económica
no vistas hace décadas.
A pesar de la gravedad de la crisis, de sus raíces
profundas en la concentración, la creciente desigualdad,
la desregulación financiera y el sobreendeudamiento, durante
las últimas semanas la confianza está volviendo en
los discursos de los más importantes líderes políticos
y ejecutivos financieros. Como si fuera posible simplemente retomar
el camino y continuar, restablecer la increíble fuerza de
la especulación y de las formidables ganancias en los mayores
centros financieros, y a partir de ello, que los mercados continúen
funcionando. Sin embargo, es poco consistente esta versión
de la superación de la crisis, que descansa en que el retorno
a números positivos en los mercados de valores y la confianza
manifiesta de banqueros e inversionistas, es más que suficiente
para asegurar que la economía mundial marchará adecuadamente.
Lo anterior evidencia que autoridades gubernamentales tienen intereses
coincidentes con los mercados financieros, al grado que afirman
que empleo, inversión y bienestar social son solamente un
resultante de mercados financieros prósperos.
Sin embargo, la prosperidad coyuntural de las últimas
semanas en los mercados descansa más en los cambios en las
regulaciones contables sobre la valuación de activos tóxicos,
que sobre una reordenación del modelo económico que
condujo a la crisis actual. Por ello, aunque los signos diversos
de recuperación están en la prensa financiera, por
ahora no es posible confirmarla, ya que en realidad está
en curso, puesto que aún falta mucho en la reestructuración
de los mercados financieros (quiebras, fusiones) antes de que el
curso del crédito se restablezca. Por ahora, los mayores
perdedores de la crisis financiera son los pueblos cuyos gobiernos,
ocupados en los rescates financieros, han destinado recursos insuficientes
para mantener el empleo y consumo.
La cuarta entrega de www.olafinanciera.unam.mx
presenta una serie de colaboraciones que alertan sobre las diversas
dificultades que enfrentan las economías particulares. Ya
que aún se puede advertir que la economía mundial
está padeciendo los efectos nocivos de la financiarización
de las actividades económicas. Además también
se aborda, en su sección Clásicos, una importante
contribución de Gerard De Bernis, realizada en 1992, acerca
de la necesidad de pensar un orden económico y financiero
internacional que permita impulsar “ el trabajo para todos
en todas partes del mundo”. Propuesta aún más
significativa para los países dependientes y subdesarrollados,
ya que esas adversidades se tornan aún más acentuadas.
Septiembre, 2009
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