El presente número
de www.olafinanciera.unam.mx sale a la luz en medio de otro de los
episodios de la crisis financiera global. Otra vez los protagonistas
son los fondos de inversión y la (ex) banca de inversión;
ahora en dos escenarios importantes. Uno, la Europa, de actores
financieros, con cuantiosas y rápidas ganancias financieras,
y gobiernos tratando de demostrar su solvencia. Ahora la especulación
ahora más aguda, no se cierne sólo sobre el euro y
el sur de Europa, sino también sobre otros gobiernos como
el de California, en Estados Unidos, y el de Irlanda.
Meses atrás el gobierno de España
advertía que los mismos que habían presionado a los
gobiernos para su rescate, obteniendo grandes sumas, eran ahora
los que estaban especulando sobre la capacidad de pago de la deuda
de los gobiernos. Estas operaciones, muy lucrativas para los intermediarios
financieros, se conocen en el mundo financiero años atrás,
por ejemplo, el ataque contra la libra y las monedas europeas en
1992, y en algún momento de la crisis asiática y rusa
de esa década. La condicionalidad del Fondo Monetario Internacional
(FMI) para abrir líneas de crédito de emergencia,
en realidad son sólo fondos para seguir pagando a los especuladores,
ha sido la misma y bien conocida en América Latina desde
los años ochenta. Bajo el eufemismo de políticas de
estabilización se conduce a las economías a la violenta
y acelerada contracción económica, acompañada
de una apremiante venta de activos públicos y privados que
se colocan a precios de verdadero remate.
El llamado paquete de rescate para Grecia y la
condicionalidad FMI-Unión Europea son la misma receta por
tantos años aplicada y contundentemente fracasada. En las
condiciones actuales, volver a esas políticas contraccionistas
es como apagar el fuego con gasolina. No hay salida económica
mínimamente viable en el marco de las políticas de
austeridad y contracción. Pero con el diseño monetarista
altamente restrictivo de la Unión Monetaria, las alternativas
también escasean.
El otro escenario está en Washington, DC,
donde la presión del gobierno sobre el desregulado sector
financiero llegó a niveles sin precedentes durante esta crisis,
con la presentación de cargos de fraude contra Goldman Sachs,
el banco que mejor había sorteado la crisis hasta ahora.
Es bien conocido que su desempeño se debía a su intimidad
con el gobierno y a su habilidad financiera, posiciones que ahora
tienen que acomodar el hecho de que gran parte de sus ganancias
durante la crisis se deben al The Big Short, la gran apuesta
contra los bienes raíces del país. The Big Short
también ha incluido apuestas en contra de los productos estructurados
que el mismo Goldman Sachs constituyó y vendió a sus
propios clientes. Tomando en cuenta la amplia y desarrollada contabilidad
creativa, descubierta recientemente en el cadáver de Lehman
Brothers, la posición a favor de una regulación financiera
más estricta ha ganado fuerza. Se generaliza la opinión
de que el sistema financiero requiere, como todo motor, un buen
sistema de enfriamiento que evite la formación y estallido
de burbujas. Sin embargo, habrá que esperar seguir viendo
este y sucesivos encuentros entre titanes, antes de que una regulación
estabilizadora esté a la vista.
En ese contexto, los escasos indicios de salida
a la crisis han resultado muy prematuros; básicamente resultado
de eufóricos movimientos alcistas en los mercados financieros,
resultado en buena medida del keynesianismo asimétrico:
salvamento del capital financiero y ajuste al trabajo. Estrategia
que ha deteriorado aún más la demanda tanto por el
aumento del desempleo, la disminución de los salarios, como
por la precariedad del empleo, y finalmente, incremento de la pobreza.
Situación que ha alcanzado niveles perniciosos, pues, según
señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
el desempleo ha rebasado los 212 millones de personas en el mundo,
mientras que el número de pobres, se ha elevado a más
de 100 millones, como secuela de la crisis. Si estas cifras son
alarmantes, aún son preliminares, y quizá podrían
incrementarse. Sin embargo, son sólo una parte del problema;
en buena medida porque existen otros aspectos que están profundizando
la descomposición económica, como es el hecho de que
en los países desarrollados, el número de trabajadores
a tiempo parcial va en aumento, mientras que se amplía el
tiempo en el desempleo. Además del crecimiento del mercado
de trabajo informal sin acceso a la seguridad social. A lo anterior
se debe sumar a que amplios grupos de la población joven,
se les impedirá ingresar en el corto y mediano plazo de manera
plena al mercado laboral, ya que, según, la propia OIT, pasarán
varios años para que se retome la senda del crecimiento y
se alcancen los niveles de empleo previos a la crisis.
Ese contexto ha acentuado la desaceleración
de la producción y la inversión, a lo que se agrega
la astringencia de crédito al sector creador de la riqueza
material, que está en un contexto de sobreproducción
de bienes y servicios. Hechos económicos todos ellos que
han impuesto una recuperación con límites intrínsecos
inmediatos y frágiles fundamentalmente por tres circunstancias:
la permanencia de la hegemonía del capital financiero, la
disminución o agotamiento del gasto del estado, endeudamiento
que ha sido blanco de la especulación, y por último,
pero de gran relevancia, la contracción en las condiciones
de vida de amplios sectores de las sociedades del mundo, lo que
está acentuando cada vez más la polarización
social en todas las sociedades. Horizonte adverso a cualquier intento
de revertir la concentración del ingreso y/o diseñar
cualquier pedagogía democrática. Por ello es preciso
revertir todas esas condiciones impuestas por la financiarización
en la economía y la política.
Las colaboraciones del presente número 6
de www.olafinanciera.unam.mx
abordan varios de aspectos, como lo son la génesis, desarrollo
e implicaciones de la crisis en curso. Asimismo se debaten otros
temas como: por qué y cómo los fondos producen ganancias
rápidas y fáciles apostando contra la deuda de los
países; o bien, por qué son inviables las políticas
de austeridad; igualmente se abordan temas como cuál es el
momento de la crisis en México y Estados Unidos. Además,
la sección Clásicos presenta un importante esfuerzo
analítico, en la perspectiva en que se delineaba, en los
años setenta, el sistema financiero sobre la economía
de América Latina. Se trata del análisis de Pedro
Paz, uno de los economistas que contribuyeron de manera importante
a la reflexión desde y para América Latina.
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