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:: Número 6 (Mayo-Agosto de 2010)

Editorial

 

El presente número de www.olafinanciera.unam.mx sale a la luz en medio de otro de los episodios de la crisis financiera global. Otra vez los protagonistas son los fondos de inversión y la (ex) banca de inversión; ahora en dos escenarios importantes. Uno, la Europa, de actores financieros, con cuantiosas y rápidas ganancias financieras, y gobiernos tratando de demostrar su solvencia. Ahora la especulación ahora más aguda, no se cierne sólo sobre el euro y el sur de Europa, sino también sobre otros gobiernos como el de California, en Estados Unidos, y el de Irlanda.

Meses atrás el gobierno de España advertía que los mismos que habían presionado a los gobiernos para su rescate, obteniendo grandes sumas, eran ahora los que estaban especulando sobre la capacidad de pago de la deuda de los gobiernos. Estas operaciones, muy lucrativas para los intermediarios financieros, se conocen en el mundo financiero años atrás, por ejemplo, el ataque contra la libra y las monedas europeas en 1992, y en algún momento de la crisis asiática y rusa de esa década. La condicionalidad del Fondo Monetario Internacional (FMI) para abrir líneas de crédito de emergencia, en realidad son sólo fondos para seguir pagando a los especuladores, ha sido la misma y bien conocida en América Latina desde los años ochenta. Bajo el eufemismo de políticas de estabilización se conduce a las economías a la violenta y acelerada contracción económica, acompañada de una apremiante venta de activos públicos y privados que se colocan a precios de verdadero remate.

El llamado paquete de rescate para Grecia y la condicionalidad FMI-Unión Europea son la misma receta por tantos años aplicada y contundentemente fracasada. En las condiciones actuales, volver a esas políticas contraccionistas es como apagar el fuego con gasolina. No hay salida económica mínimamente viable en el marco de las políticas de austeridad y contracción. Pero con el diseño monetarista altamente restrictivo de la Unión Monetaria, las alternativas también escasean.

El otro escenario está en Washington, DC, donde la presión del gobierno sobre el desregulado sector financiero llegó a niveles sin precedentes durante esta crisis, con la presentación de cargos de fraude contra Goldman Sachs, el banco que mejor había sorteado la crisis hasta ahora. Es bien conocido que su desempeño se debía a su intimidad con el gobierno y a su habilidad financiera, posiciones que ahora tienen que acomodar el hecho de que gran parte de sus ganancias durante la crisis se deben al The Big Short, la gran apuesta contra los bienes raíces del país. The Big Short también ha incluido apuestas en contra de los productos estructurados que el mismo Goldman Sachs constituyó y vendió a sus propios clientes. Tomando en cuenta la amplia y desarrollada contabilidad creativa, descubierta recientemente en el cadáver de Lehman Brothers, la posición a favor de una regulación financiera más estricta ha ganado fuerza. Se generaliza la opinión de que el sistema financiero requiere, como todo motor, un buen sistema de enfriamiento que evite la formación y estallido de burbujas. Sin embargo, habrá que esperar seguir viendo este y sucesivos encuentros entre titanes, antes de que una regulación estabilizadora esté a la vista.

En ese contexto, los escasos indicios de salida a la crisis han resultado muy prematuros; básicamente resultado de eufóricos movimientos alcistas en los mercados financieros, resultado en buena medida del keynesianismo asimétrico: salvamento del capital financiero y ajuste al trabajo. Estrategia que ha deteriorado aún más la demanda tanto por el aumento del desempleo, la disminución de los salarios, como por la precariedad del empleo, y finalmente, incremento de la pobreza. Situación que ha alcanzado niveles perniciosos, pues, según señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el desempleo ha rebasado los 212 millones de personas en el mundo, mientras que el número de pobres, se ha elevado a más de 100 millones, como secuela de la crisis. Si estas cifras son alarmantes, aún son preliminares, y quizá podrían incrementarse. Sin embargo, son sólo una parte del problema; en buena medida porque existen otros aspectos que están profundizando la descomposición económica, como es el hecho de que en los países desarrollados, el número de trabajadores a tiempo parcial va en aumento, mientras que se amplía el tiempo en el desempleo. Además del crecimiento del mercado de trabajo informal sin acceso a la seguridad social. A lo anterior se debe sumar a que amplios grupos de la población joven, se les impedirá ingresar en el corto y mediano plazo de manera plena al mercado laboral, ya que, según, la propia OIT, pasarán varios años para que se retome la senda del crecimiento y se alcancen los niveles de empleo previos a la crisis.

Ese contexto ha acentuado la desaceleración de la producción y la inversión, a lo que se agrega la astringencia de crédito al sector creador de la riqueza material, que está en un contexto de sobreproducción de bienes y servicios. Hechos económicos todos ellos que han impuesto una recuperación con límites intrínsecos inmediatos y frágiles fundamentalmente por tres circunstancias: la permanencia de la hegemonía del capital financiero, la disminución o agotamiento del gasto del estado, endeudamiento que ha sido blanco de la especulación, y por último, pero de gran relevancia, la contracción en las condiciones de vida de amplios sectores de las sociedades del mundo, lo que está acentuando cada vez más la polarización social en todas las sociedades. Horizonte adverso a cualquier intento de revertir la concentración del ingreso y/o diseñar cualquier pedagogía democrática. Por ello es preciso revertir todas esas condiciones impuestas por la financiarización en la economía y la política.

Las colaboraciones del presente número 6 de www.olafinanciera.unam.mx abordan varios de aspectos, como lo son la génesis, desarrollo e implicaciones de la crisis en curso. Asimismo se debaten otros temas como: por qué y cómo los fondos producen ganancias rápidas y fáciles apostando contra la deuda de los países; o bien, por qué son inviables las políticas de austeridad; igualmente se abordan temas como cuál es el momento de la crisis en México y Estados Unidos. Además, la sección Clásicos presenta un importante esfuerzo analítico, en la perspectiva en que se delineaba, en los años setenta, el sistema financiero sobre la economía de América Latina. Se trata del análisis de Pedro Paz, uno de los economistas que contribuyeron de manera importante a la reflexión desde y para América Latina.


 

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