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:: Número 8 (Enero - Abril de 2011)

Editorial

Muchas son las lecciones que la crisis financiera ha venido dejando durante sus sucesivos episodios. La recuperación de la rentabilidad de algunos de los conglomerados financieros globales ha estado a cargo de los presupuestos y la deuda pública, mientras que el financiamiento a la actividad productiva aún no se recupera.

La deuda pública ha sido y es un soporte fundamental para el funcionamiento de los mercados financieros, pero ahora está siendo destinado a ser mecanismo de la especulación financiera, fuera de toda proporción y alejándose de las necesidades de empleo e inversión.

Nuevamente, como los hemos vivido en América Latina, los costos de la crisis están siendo transferidos a la población que no ha tenido responsabilidad en ella; tanto por el descenso en el empleo y los salarios, como en la caída del gasto público social.

Ola Financiera en este número retoma algunas lecciones de las crisis financiera desde la lectura de la obra clásica, El Capital Financiero, de Rudolf Hilferding, en conmemoración del centenario de su aparición. Se propone una relectura que penetre en la arqueología del capital financiero de fines del siglo XIX y principios del XX, y que permita cierta proyección a las mutaciones las actuales.

El círculo vicioso de la crisis financiera y económica continua acelerándose y profundizándose. Las razones sobran, sin embargo, la fuerte concentración de la riqueza y el ingreso a nivel sectorial, local, regional, nacional y global ha sido uno de los procesos importantes en la raíz de la crisis, y al mismo tiempo, hasta ahora, ha sido una poderosa razón que ha imposibilita la salida. La economía, los empleos y la inversión, por tanto, seguirán postrados mientras esa situación prevalezca.

La estrategia impuesta para dejar atrás la crisis, en 2008 y 2009, al dar prioridad y exclusividad al sistema financiero global regionalmente consolidado, mediante recursos públicos, sin imponer una regulación férrea, generó, primero, que esos recursos no sirvieran de estimulo para dejar atrás la crisis, y segundo, que sirvieran de mecanismo que ha atizado la especulación. Dicho salvamento, además, sirvió para acelerar la concentración de la riqueza, y la especulación en contra de los gobiernos, ahora altamente endeudados. Por supuesto, los Estados más políticamente débiles o económicamente pequeños, han sido los primeros en ser presa de los efectos de tal especulación; Grecia, Irlanda, Portugal, y está en la mira España. No se puede asegurar que los otros están a salvo; como tampoco que en el corto plazo, e incluso mediano, haya certidumbre de dejar atrás la crisis. Este contexto ha consolidado el circulo vicioso.

Ahora los gobiernos han sido presas del casino del sistema financiero global, donde sus deudas soberanas y la cobertura de los riesgos de dichas deudas son los mecanismos que están poniendo al borde de la quiebra a los gobiernos. Atacan de manera coordinada unos y otros instrumentos de tal manera que los gobiernos se ven frágiles. Ello ha llevado a todos los gobiernos a imponer recortes severos a su participación en la economía y el gasto social. En este contexto se ha buscado reformar a toda costa la seguridad social en casi el mundo, pero sobre todo el mundo desarrollado, imponiendo cambios que comprometen más recursos públicos al sector financiero y menos a la seguridad social. Con lo que se perfila un doble efecto nocivo: primero, si las crisis son las que generan mayor deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y la sociedad en su conjunto, el recorte de la política social impedirá cualquier posibilidad de evitar tal deterioro. Pero además, la política pro-cíclica promoverá un mayor estancamiento económico. Ambas situaciones servirán para impulsar las privatizaciones de la seguridad social puesto que el sector financiero aún la considera reservorio para sus negocios. Sin embargo, esta salida, como se ha probado en América Latina, ha llevado a una mayor concentración del ingreso y la riqueza, y mayor pobreza. De manera que la salida de la crisis global se hace cada vez más lejana y difícil.


 

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