Las recientes elecciones de Grecia y las próximas que se realizaran en España, nos alertan nuevamente de la estrecha relación entre política y economía. Ambas naciones con una economía extremadamente debilitada por la imposición de severas políticas de austeridad que, como sabemos, en lugar de resolver las dificultades, fueron creando otras, destruyendo empresas y empleo y beneficiado a la élite financiera. Por caminos diferentes, cada uno de esos países europeos y otros, han venido encontrando los caminos para comprender que las políticas de la “troika” no son la “única” salida. Expresando que es posible e incluso indispensable enfrentar los temores y amenazas, y avanzar hacia la reconstrucción social, moral y económica.
La pregunta en estos momentos es en qué medida la élite financiera europea podrá poner freno a su deliberada avaricia que, en medio de la aguda competencia financiera, les ha llevado al borde de la quiebra, solamente contenida con el soporte de la deuda pública; qué tanto esa élite podrá olvidar momentáneamente sus intereses de corto plazo para reconstruir un proyecto hegemónico regional. Por ahora, el tiempo parece estar a su favor; por unos meses más será posible presionar y poner a prueba la fortaleza política del gobierno griego, mientras se aventura por el sendero de opciones más radicales de la derecha en otros países del área. Sin embargo, la austeridad seguirá cobrando víctimas entre las familias, los trabajadores, las empresas, y eventualmente hasta entidades financieras por la región. Más aún, el proyecto de unificación europeo construido a partir de la convergencia financiera de corte hayekiano, parece estar mostrando su limitado alcance, y la incapacidad de construir un liderazgo consensuado.
El gobierno griego resultado de dichas elecciones está tratando de crear una salida a esa destrucción económica a que ha sido sometida. Al mismo tiempo su programa y ejemplo, representan una posible alternativa de recuperación para la sociedad, como lo han tratado de ser las alternativas post-neoliberales en América del Sur.
Las medidas de política económica de profundo recorte al gasto público, con excepción de aquellas destinadas a las ganancias financieras, han estado erosionando a las sociedades moral, política y económicamente desde los años ochenta en América Latina y el mundo en desarrollo. Medidas de austeridad que han probado su ineficiencia y destrucción, que justamente hoy en México se vuelven a imponer como una alternativa, como en el pasado. Políticas que han deteriorando las instituciones, la capacidad de gobierno, y levantando olas de violencia y criminalidad inéditas, poniendo en riesgo la propia reproducción del capitalismo. De ahí preguntas tan graciosas como interesantes: ¿el marxismo está destinado a salvar al capitalismo? O aquella ¿los partidos de izquierda pueden gobernar mejor para estabilizar la competencia monopólica y garantizar la coherencia de los intereses hegemónicos de las oligarquías?
Es cierto que el nuevo gobierno griego está abriendo nuevas puertas y sacudiendo las convenciones políticas y financieras que rigen los mercados financieros. Tendremos que esperar para ver que tanto pueden calar las palabras de Yanis Varoukafis, ministro de finanzas y colaborador de www.olafinanciera.unam.mx, citando una antigua lección Griega: “Sometimes the larger, powerful democracies undermined themselves by crushing the smaller ones.”
Sin duda que el proceso de negociación de Grecia es un referente importante, sobre todo para las economías más golpeadas de la Unión Europea, como España, Italia, Portugal y otras, ya que podría representar una alternativa para revertir el deterioro de las condiciones de los trabajadores y de la economía en su conjunto. Así, se está poniendo en la orden del día el poder destructivo de la financiarización de la vida económica, social y política y la necesidad de transformación. Lo más peligroso de la deuda de Grecia, no es que sea de 175% respecto del PIB, sino en manos de quién está y que pretenden con ella.
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