La corriente dominante en economía tanto en la teoría como en el quehacer de la política económica han impedido, mediante diversos mecanismos, explorar alternativas para salir de la Gran Recesión; es esta corriente, junto al poderoso sector financiero, quienes crearon las condiciones para generar la crisis de 2007-2008 y al parecer siguen imponiendo una vía de solución cuyas inconsistencias ya han sido probadas.

La presente entrega, número 34 de www.olafinanciera.unam.mx, gracias a diversos académicos, se analizan críticamente varios temas para comprobar, desde perspectivas teóricas a diferente nivel, que la reincidencia en los métodos de la teoría dominante, no han podido dar una salida a la fragilidad financiera post-crisis. Así, se deja al descubierto que son los grandes intereses financieros los que dominan el panorama y los únicos que se han estado beneficiando, mientras que las sociedades en general, tanto de los países desarrollados como emergentes han sido condenadas a pagar las consecuencias. Los costos sociales y económicos se hacen evidentes en el mayor desempleo, peores salarios y empleos deplorables, condiciones de vida cada vez más precarias con servicios públicos deteriorados, especialmente en salud y educación, etc.

Uno de los países que se ha visto en esas condiciones ha sido justamente México; lugar donde las estrategias dominantes han tenido efectos negativos de gran alcance. Un ejemplo dramático es la industria automotriz, orientada fundamentalmente a la exportación, basada en bajos salarios, y dominada por el capital extranjero que se ha ido orientando más a los mercados financieros que a la producción material, acelerando la vulnerabilidad para el gran número de trabajadores de dicha industria.

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