El periodo denominado neoliberalismo fue impulsando una serie de acciones y mecanismos que impusieron la aceleración y profundización de la mundialización. Entre esas imposiciones fue un tipo específico de política monetaria que perfiló y depuró una obsesión contra la inflación que incluía el equilibrio fiscal, es decir, los graves peligros del gasto y déficit público, casi una religión; peligros que según el discurso fueron exorcizados desde la crisis del 2007, con las carretadas de dinero público que han inundado los canales del sistema financiero; políticas que en realidad fueron diseñadas para beneficio de unos sectores, pequeños y cerrados, pero en contra de grandes segmentos sociales, sobre todo los más vulnerables. Dicha política fue tomando carta de normalidad desde tiempo atrás, ya fuera de manera más o menos sigilosa, o bien, como en los años ochenta, que fue instrumentada de manera abierta y radical en América Latina, aunque fue impuesta en casi o quizá en todos los países del mundo. Sin embargo desde hace tiempo muchos de sus impulsores se han estado retractando de sus teorías sobre la inflación, tratando de plantear que se trata de una orientación teórica que resuelve problemas que ya no existen; aunque en la realidad el discurso permanece, ya que sigue beneficiando a ese pequeño grupo y a la clase política, ya sean gobernantes, partido políticos, y sobre todo a los altamente concentrados medios de comunicación, todos en conjunto siguen imponiendo dicho discurso. Al parecer estos grupos ya no necesitan de ese controvertido discurso en tanto que hoy tienen el poder concentrado, y esas teorías han quedado al descubierto que eran discursos para sostener las necesidades específicas de los grupos de poder. Porque ahora los discursos sobre la necesidad de políticas contra el desempleo, los bajos salarios, la alta concentración del ingreso, contra el cambio climático no tienen el mismo eco entre las grupos poderosos.
Esas orientaciones teóricas han generado una serie de desequilibrios no solo en países emergentes, o como se les quiera llamar, sino también en los desarrollados, aunque hay que precisar que en el caso de América Latina han sido devastadoras. Desde los años ochenta se ha acelerado y profundizado en deterioro en todos los niveles en la casi totalidad de países de AL. Sin embargo, a inicios del siglo XXI varios países de la región buscaron estrategias alternativas, que en alguna medida contuvieron y/o mínimamente contrarrestaron el deterioro. Cuyo objetivo estuvo puesto en función de los grupos más vulnerables, aunque también beneficio a los poderosos grupos selectos. Esta redistribución de la riqueza está siendo impugnada y se han impulsado una serie mecanismos para revertir dicha redistribución.
En este contexto, el actual número 35 de www.olafinanciera.unam.mx aborda temas referidos las pensiones en el caso de México, o los beneficios que se están revirtiendo en Bolivia; situaciones que se han replicado en otros países como Ecuador, Brasil, Argentina, donde se muestran esos conflictos de intereses reales que de una u otra manera se manifiestan en las diversas posiciones teóricas y analíticas.
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